23 DE SEPTIEMBRE 2023 — 22 DE NOVIEMBRE 2023
JAVIER VELASCO
A PUNTA DE PLATA
EXPOSICIÓN
El artista gaditano Javier Velasco (La Línea, 1963) presenta en la Galería La Veracruz, de Vejer de la Frontera (Cádiz) una serie de obras realizadas con la técnica de la punta de plata. Como es una técnica muy antigua, y hoy de uso muy escaso, creemos necesario hacer un repaso de las características de lo que se conoce como la «punta de plata», para quien se acerque a los dibujos expuestos pueda comprender la diferencia abismal entre el uso de dicha técnica de origen secular y los dibujos de grafito, propios de épocas más recientes.
Hasta que en 1795 el francés Nicolas-Jacques Conté realizara una mezcla de grafito con arcilla, creando el lápiz como lo conocemos en nuestros días, antes del siglo XIX no existía el lápiz de grafito, y entonces una de las maneras más exquisitas de dibujar era el llamado “dibujo a punta de plata” (sobre un papel preparado especialmente para ello se hacían trazos con una barrita de metal blanda, en este caso de plata, bien afilada).
La técnica de la punta de plata era una de las técnicas más primitivas y de mayor influencia en los comienzos del arte en la Edad Moderna tal y como la conocemos pero que, con el paso del tiempo y la 2 irrupción del grafito, sufriría una considerable decadencia en su uso, solo rescatada en determinadas y muy significativas ocasiones.
Fue una técnica utilizada por grandes artistas como Botticelli, Leonardo, Miguel Ángel, Rafael y Durero. Y si bien eran varios los metales que se podían utilizar para dibujar (además de la plata: el oro, el cobre, el estaño, el plomo) la punta de plata era la favorita, ya que si bien todos dejan un trazo gris (los metales al deshacerse en pequeñísimas partículas pierden el color), con el tiempo la plata se oxida y toma un delicado color marrón cálido, muy valorado por artistas y coleccionistas.
La técnica de la punta de plata se remonta bastantes siglos atrás. Aunque su historia es larga, no sabemos fechas concretas, pero sí conservamos a día de hoy estiletes o varillas de punta de plata hechas por los romanos para marcar tablillas o pizarras. Algunos estudios establecen un auge de utilización en la Edad Media, cuando los copistas medievales utilizaban punzones metálicos para marcar el texto, las líneas, los márgenes de los manuscritos, y en los dibujos previos a la ornamentación de las ilustraciones.
Aun así, en cuanto a la práctica artística se refiere, no fue hasta el siglo XIV cuando los artistas comenzaron a utilizar este material en sus obras de forma más habitual, principalmente en los bocetos previos a las obras pictóricas.
El dibujo a la punta de plata es quizás el más importante. Se caracteriza por un trazo sedoso, brillante y 3 de efectos esfumados, crea obras de una suave y delicada claridad única entre los medios del dibujo.
Con el paso del tiempo, por un proceso natural de oxidación, la plata se oscurece. Este efecto da a las obras una apariencia característica. La línea es permanente y la luz no les afecta manteniendo una gran estabilidad. Además tiene un tacto aterciopelado pero resistente, que lo diferencia del grafito, que es al que más se le parece. Por otro lado, dado que no se podía borrar durante el proceso, el conjunto iba adquiriendo un carácter acumulativo.
La técnica del dibujo con punta de metal ha existido durante bastante tiempo (al menos 600 años) y algunos, aunque escasos, artistas de hoy (como el caso que nos ocupa de Javier Velasco) continúan explorando sus posibilidades expresivas; afortunadamente no sucumbió por completo durante las vanguardias y todas sus maravillosas novedades, pero tampoco podemos decir que se trate de un método ampliamente conocido para dibujar -mucho menos, comprendido- a no ser entre los especialistas en artes gráficas.
En realidad, el nombre lo dice todo: es un medio que depende de un lápiz/lapicero/pluma fina de un metal blando (oro, latón, cobre), siendo la plata el más común. Para su uso, se necesita también de una superficie acondicionada de una determinada manera, que generalmente se trata de papel de (cuando menos) grosor medio o panel de madera recubierto por una capa similar a la de una imprimatura de gesso. De esta manera, cuando la pluma se mueve a través del soporte 4 texturizado, deposita minúsculas partículas de metal creando una marca.
La punta de metal se utilizó en toda Europa en la década de 1400 y tuvo gran auge en el Renacimiento, aunque fue prácticamente abandonada por los artistas italianos a mediados del siglo XVI. Afortunadamente, en el norte de Europa continuó floreciendo hasta finales del siglo XVII.
Después, prácticamente desapareció en el 1700, con la excepción de su uso entre los miniaturistas, hasta que el medio fue revivido en la primera mitad del 1800 por artistas deseosos de experimentar con este método gráfico tan interesante y asociado con el florecimiento creativo del Renacimiento, ya sea en Italia, con Leonardo y Rafael, o al norte de los Alpes con maestros como Rogier van der Weyden, Hans Holbein “El Viejo” y Alberto Durero.
La aparición del lápiz de grafito en los primeros años del siglo XIX, dio lugar a que su uso fuera cada vez menor y, aunque renació a finales del siglo XIX (Joseph Meder, Alphonse Legros, los prerrafaelitas, Ingres, Joseph Stella etc. ayudaron a revitalizar la técnica), en la actualidad es escasamente utilizada (salvo notables excepciones). Este medio es considerado como uno de los más antiguos pero de mayor esfuerzo académico.
El lápiz de punta de plata está hecho de metal blando que deja pequeñas partículas de plata imborrables en una superficie previa y especialmente preparada, ya que sin 5 dicha preparación la plata no dejaría trazo alguno. Lo importante de esta técnica es el resultado: dibujos de suave y delicada claridad, tacto aterciopelado, cambios de color (de grises a marrones) imprevisibles, dificultad para conseguir líneas negras por mucha presión que el artista aplique, líneas que se van acumulando y no se pueden borrar; y , además, tiene una permanencia mayor que cualquier otro material artístico.
En resumen, delicadeza, minuciosidad e inalterabilidad frente al paso del tiempo. Los antiguos maestros preferían la plata a otros metales blandos por sus orígenes nobles, permanencia y asequibilidad. Se suele emplear la plata de ley 999 (pureza al 99,9%). Como ya hemos señalado, el tono grisáceo que deja la plata al marcar se convierte en suaves tonos marrones con la oxidación del paso del tiempo. Otro elemento muy importante en el dibujo a la punta de plata es la preparación del soporte, ya que la plata sólo deja líneas visibles sobre imprimaciones especiales lo suficientemente abrasivas para que el metal de la punta reaccione y deje huella. Su ejecución en cambio es más compleja. Una de sus características es la imposibilidad de crear fuertes negros o claroscuros potenciales porque pronto llega a tener límite. Las puntas de plata dejan suaves y ligeras marcas sobre la superficie causadas por la abrasión del papel, que van dejando pequeñas partículas sobre los resquicios de las fibras a través de residuos 6 metálicos microscópicos.
Es decir, los negros se consiguen a base de repetición tras repetición, no mediante la fuerza, por lo que la presión no tiene efecto alguno. Así como con el lápiz de grafito las líneas más oscuras se logran apretando el lápiz con más fuerza contra el soporte, la punta de plata consigue mayores y más delicados contrastes repitiendo la línea una y otra vez, marcando los trazos poco a poco y volviendo varias veces sobre ellos para crear sombras. Y siempre con la dificultad añadida de la imposibilidad del borrado o del error (algo que no ocurre con el lápiz de grafito, por ejemplo) Esta práctica requiere un tacto muy sensible: es imprescindible mantener la suavidad de la presión y la superficie lisa al mismo nivel.
Cada línea debe colocarse con cuidado y sutileza dado que, como hemos mencionado, no permite margen de error por su imposibilidad de ser borrada. La belleza de esta técnica reside en la precisión de los detalles que permite realizar. Incluso las líneas más ligeras llegan a ser visibles, sobre todo en imprimaciones muy claras. La representación de las sombras se consigue a través de la construcción gradual de valores tonales.
Y la construcción de los volúmenes puede llegar a ser muy lenta, a base de líneas cortas y finas del mismo tono que se van oscureciendo por superposición. La plata deja marcas grises muy semejantes al grafito pero, dependiendo del paso del tiempo, de las condiciones meteorológicas, del ambiente y de su propia oxidación, podrá variar de color con el paso de los años. 7 Técnicamente hablando, la tonalidad amarronada que surge del gris inicial se desarrolla como resultado de la oxidación de la plata que forma una fina capa de sulfuro de plata sobre la superficie. Se la conoce como la «técnica eterna», que vivirá en el tiempo tanto como dure el soporte. Y es la prueba evidente de que el material utilizado es plata y no cualquier otro metal de carácter menos noble.